
Determinar que si hacerle un bien al paciente
sólo es posible, en principio, a partir
de lo que el propio paciente entiende por tal
cosa. Eso quiere decir que la forma más adecuada
de dar contenido a este principio es
articularlo con el principio de autonomía.
Pero en cualquier caso existe siempre
una posición de partida del deber profesional
de beneficencia que se realiza en lo siguiente:
1. Ponderar, de entre todas las alternativas
de tratamiento existente, cuál es en
su opinión la más recomendable para
el paciente a la luz tanto de su estado
nutricional como de sus valores.
2. Recomendar al paciente o a su representante,
si el paciente es incapaz, esa
opción terapéutica estimada como la
mejor, presentándole los argumentos
que justifiquen su elección.
3. Ofrecer al paciente todo el apoyo técnico
y emocional de que se disponga
para aumentar su bienestar y facilitarle
la toma de deciciones.
El principio bioética más elemental y
sobre el que se basan los enumerados anteriormente
es el “respeto a la dignidad de la
persona”.
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